A las dos de la tarde del día 11 de
febrero de 1873, un numeroso grupo de personas se dirigió al Ayuntamiento dando
vivas a la República. De allí fueron a los establecimientos de ferretería “La
Llave” y “El Candado”, donde recogieron todas las armas que se encontraban y
algunas cajas de municiones, recorriendo después algunas calles. Ante esta
situación muy pronto guardias civiles y carabineros ocuparon la Audiencia y el
Ayuntamiento, desde cuyo edificio habló al pueblo el Gobernador Civil,
recomendando la prudencia y el orden, el cual estaba dispuesto a mantener con
todos los elementos que estaban a su disposición.
A las siete y media de la noche numerosas
personas, muchas de ellas con armas, tomaron la bocacalle de Cuna, plaza de
Villasís y calle Orfila, e hicieron abrir la casa de préstamos situada en esta
última calle, tomando las armas que había en ella. Una sección de carabineros
entró en la citada calle Cuna por la de Cerrajería. Un tiro escapado o
disparado con intención, fue el detonante para comenzar los disparos por ambos
bandos, resultando muerto un hombre y varios heridos, dispersándose los
paisanos. El fallecido era un infeliz aguador de los que tenía su puesto en la
plaza del Salvador y que después de cerrar se dirigía a su casa. La mayoría de
los establecimientos cerraron sus puertas y la concurrencia era escasa por las
calles de la ciudad, aunque en todas ellas reinaba una tensa calma. Pero en el
barrio de la Feria se habían levantado algunas barricadas, estableciendo los
vecinos centinelas y avanzadas que daban el “quien vive” a los transeúntes.
Sobre las doce de la noche unos 80
hombres armados ocuparon el Ayuntamiento. Una sección de la Guardia Civil
conminó a esos paisanos para que se retiraran y no haciéndolo se rompió el
fuego, penetrando los guardias por la puerta del edificio que da a la plaza
Nueva, mientras que los carabineros que estaban en la Audiencia lo hicieron por
la de la plaza de San Francisco. Después de una corta resistencia fueron
detenidos unos 40 amotinados y conducidos al Gobierno Civil, donde
permanecieron hasta las tres de la madrugada en que fueron puestos en libertad,
no sin que el señor Gobernador les recomendara que respetaran el orden y que no
volvieran a perturbar la tranquilidad pública.
Por dos veces fue una comisión de
miembros del partido republicano a la calle Feria para aconsejar la mayor
calma, puesto que lo que deseaban vendría por las vías legales sin necesidad de
violencia ni derramamiento de sangre.
¿Qué era lo que estaba sucediendo para
que parte del pueblo sevillano hubiese provocado unos disturbios de tal
magnitud? Habían llegado noticias de que el rey, Amadeo I, iba a abdicar, o más
bien dimitir, por iniciativa propia. Esto ocurría al mediodía del este mismo
día 11 de febrero, marchándose de Madrid con toda rapidez.
Los acontecimientos se precipitaban y en
el congreso se leía la renuncia del Rey a la Corona en nombre suyo, de sus
hijos y sucesores. Algo más tarde las Cortes españolas votaban a favor de la
República por 258 votos contra 32. La presidencia del nuevo gobierno era
ocupada por don Estanislao Figueras (Barcelona, 1.819 – Madrid, 1.882). Tan
importante cambio de régimen se producía de una forma pacífica. Pero la
situación financiera del país era agobiante: un déficit presupuestario de 546
millones de pesetas, 153 millones de deudas de pago a corto plazo y tan solo 32
millones para cubrirlas, por lo que España atravesaba una crisis económica muy
aguda y como telón de fondo se atravesaba por un momento álgido en las guerras
de Cuba y Carlista, para las que no había suficientes soldados, armamento, ni
dinero con el que alimentar debidamente a la tropa.
El 12 de febrero se fijaba en los lugares
de costumbre la siguiente alocución:
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA
CIUDADANOS:
El día de hoy es el más grato que puede
señalar en su vida el Municipio elegido por vuestros sufragios. La República ha
sido solemnemente proclamada en la capital de la que fue Monarquía. Se han
llenado nuestros deseos y nuestras aspiraciones y hemos obtenido el triunfo de
la causa que juntos hemos defendido con valor, con fe y con perseverancia. Hoy
es cuando puede decirse que el pueblo español ha conseguido la libertad. Que
este júbilo que nos anima no dé lugar al desorden más leve y hagamos ver que el
gobierno del pueblo lleva a todas partes la moralidad y la justicia, únicas
aspiraciones de cuantos, con orgullo, han dicho siempre que son y morirán
siendo republicanos federales.
Ciudadanos: ¡Viva la República! ¡Viva la
Libertad! Impere sobre todos el amor en que nos llamamos hermanos.
Sevilla, 12 de febrero de 1.873
El Presidente,
Romualdo Fernández Luque.
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