A las doce en punto de la mañana del
domingo 4 de Diciembre de 1977 se ponía en marcha la manifestación por la
Autonomía de Andalucía celebrada en Sevilla. Precedida por los motorista y el
coche de la Cadena SER, que junto a las fuerzas del servicio de orden, avanzaban por la calle
San Fernando dirección a la Puerta de Jerez. Recogemos aquí la crónica de
Gloria Gamito para ABC como testimonio de aquel histórico acontecimiento.
“En los balcones de la casa de la familia
Guardiola, una gran bandera española, que tenía en el centro la verde, blanca y
verde, iluminaba la fachada. En el balcón del palacio de Yanduri había tres
banderas: la española y dos regionales. Al llegar la cabeza de la
manifestación, una gran mayoría de asistentes empezó a abuchear a las monjas y
personas que estaban asomadas para que quitaran la enseña nacional. Las
religiosas aguantaron los insultos y silbidos y se metieron dentro. Al rato
volvieron a salir, cuando parecía que los ánimos de los manifestantes se habían
apaciguado, pero los gritos volvieron a resonar aún más fuertes. Entonces una
de las monjas cogió una de las banderas verde, blanca y verde y la paseó por
encima de la española, en un gesto que quería significar que las dos eran una
misma cosa. Los manifestantes volvieron a insistir, y por fin las religiosas
colocaron la bandera andaluza sobre la nacional; ocultándola. Sobre las doce y
diez, la gran bandera andaluza con el lema «Autonomía», junto a la que
marchaban los parlamentarios y los representantes de los partidos políticos,
llegaba al colegio de Yanduri, entre los gritos de «Andalucía, autonomía» del
público. En esos momentos, los cordones del servicio de orden intentaban
despejar los comienzos de la avenida de José Antonio, ya que se veían casi
impotentes para contener a la gran cantidad de gente que intentaba sumarse en
esas alturas a la manifestación. Mientras tanto, en el Prado de San Sebastián
numerosos grupos de manifestantes esperaban el momento de desfilar, que para
algunos no llegó a producirse y hubieron de marcharse a sus respectivos
barrios, ante la imposibilidad de llegar a la Plaza Nueva.
BANDERAS Y BALCONES.- Las inmediaciones del Archivo
de Indias estaban abarrotadas de gente, cubriendo todas las gradas y escalones,
y los aplausos y vítores se sucedían sin interrupción. El edificio de Correos
estaba magníficamente adornado. Una gran bandera verde, blanca y verde cubría
la totalidad de los balcones, mientras en el mástil ondeaba la bandera
nacional. En uno de los últimos balcones del Instituto. Nacional de Previsión
una señora de edad protagonizó unos incidentes desagradables con una bandera
que por una cara era la andaluza y por otra la nacional. Esta señora se pasó la
mañana haciendo determinados gestos al público que le pedía que colgase los
colores de la región. Como contrapunto, en la casa número 20 de la Avenida, una
bandera andaluza de 25 metros de largo colgaba por toda la fachada, cubriendo
por entero los seis pisos. Uno de los mayores aplausos que corearon los
asistentes que llenaban las gradas de la Catedral se produjo al paso de un
matrimonio con una niña de tres meses en un carrito cubierto con los colores
andaluces. El comportamiento de la gente fue en todo momento de los más
correcto, coreando las consignas aprobadas. Las que provocaron mayor calor
fueron «Autonomía para Andalucía» y «Emigrantes, aquí». A la una menos cinco,
la bandera de Blas Infante llegaba a la
Punta del Diamante. La manifestación había desfilado lentamente, y la Avenida
continuó llena de público hasta cerca de las dos de la tarde, ya que aunque el
acto había concluido en la Plaza Nueva, la cola de la manifestación se
encontraba aún en la Puerta Jerez. La asistencia masiva de los sevillanos a
estos actos desbordó todo lo previsto.”
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