«Cantón
de Sevilla reprimido por el General Pavía»
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En la misma Puerta de la Carne y aledaños cayeron 300
militares gubernamentales bajo el fuego de la artillería cantonal, lo cual no
impidió la ocupación de la ciudad. El 2 de agosto de 1873 se acaba
todo.
En estos tiempos revueltos en los que
solo se habla de independencia y de autodeterminación, en estas crónicas, vamos
a recordar lo que fue el movimiento cantonalista surgido a raíz de la I
República, en nuestra ciudad.
El cantón de Sevilla, o Cantón Andaluz de
Sevilla, se desarrolla en una primera fase más radical a finales de junio de
1873 y ¡dura dos días! Este primer alzamiento cantonal es protagonizado por los
correligionarios del Partido Republicano de Pi y Margall y las clases
trabajadoras, que inspiradas por las nuevas corrientes anarquistas bakuninistas
y sobre todos de Proudhon, propugnaban el anarquismo en un contexto de
República, en el sentido de res publica, o sea, de cosa pública. Todo esto casa
bien con las ideas cantonales. Y es que la existencia de anarquistas en Sevilla
es notable y a los andaluces nunca nos molestaron los ‘reinos’ de Taifas. Pues
eso, dos días dura el cantón hasta que es disuelto por La Rosar, un gobernador
civil con mala leche y con 50 soldados. Nadie le hace sombra en su paseo por
Sevilla hasta que finalmente arresta a los cabecillas federalistas.
El segundo cantón, de todas maneras,
llega bien pronto. La independencia de Sevilla se proclama con el Alcalde, los
jefes y subalternos de los voluntarios republicanistas principalmente, nada más
y nada menos que el 18 de julio en el Convento de los Terceros Franciscanos. Y
es que el conocido edificio, tras la desamortización de Mendizábal, había sido
transformado en cuartel. Es allí dónde se crea el Cantón Federal de Andalucía
la Baja.
El Cantón andaluz de Sevilla,
aceleradamente y entre otras muchas medidas, determina a través de su recién
creado Comité de Salud Pública, avances sociales inusitados para la época: Para
su funcionamiento se crearon las secciones de Gobierno, Guerra y Hacienda. Se
acordó la secularización de los cementerios y el desestanco del tabaco para
venderlo a precios populares, se decretó la jornada laboral de ocho horas, o el
derecho al trabajo como derecho vital. Asimismo, se determinó la separación de
sexos en el trabajo y que los conflictos laborales se resolviesen mediante el
advenimiento entre ambas partes. También se creó un batallón de 800 hombres con
gorras rojas y alpargatas de esparto que fueron llamados "guías de Sevilla".
El
mito de la guerra que perdió Sevilla contra Utrera
Tan sólo tres días después de la segunda
proclamación del cantón sevillano, un grupo de Voluntarios de Sevilla,
comandados por un tal Carreró, se dirige a socorrer a los cantonalistas de
Jerez contra la represión militar unionista. Se detienen en Utrera, localidad
sevillana que andaba a punto de erigirse en cantón independiente en mitad de la
fiebre revolucionaria que invade la baja Andalucía. Los utreranos andan al
quite con los resabiados de la capital, que esperan se sumen en buen número a
la lucha por la causa federalista hispalense. Utrera arma a 800 hombres para
demostrar que no anda por la labor y cuando se reúnen en muy buena onda los
representantes cantonales de Sevilla y Utrera, los voluntarios de la República
arman la zapatiesta... Un lugareño, al invitarles a marcharse ante su reiterada
"intransigencia", provoca que los impetuosos voluntarios griten vivas
a la república federal y social, con el consiguiente tiroteo y la muerte de
muchos de los allí presentes. Gran parte de los cantonalistas sevillanos acaban
en prisión, de dónde son finalmente liberados por las gestiones de los líderes
Mingorance y Ponce, que se ven obligados a acudir desde Sevilla con refuerzos y
con el diputado por Utrera, Diego Sedas, como mediador. Cada uno de esos
prisioneros resultaba indispensable para defender Sevilla de un ataque
inminente del gobierno central y antirrevolucionario.
El
fin del Cantón Andaluz
El general Pavía, al frente del ejército,
rehúsa de mediaciones para atacar Sevilla. Inicia su asalto a la ciudad por la
zona más fortificada, intentando provocar lo que él denomina como “calaverada
militar”, o una escabechina entre sus propias tropas, que produzca el
afianzamiento de la fidelidad de sus hombres y de los que no se fiaba un pelo.
Así se las gastaba Pavía. En la misma Puerta de la Carne y aledaños cayeron 300
militares gubernamentales bajo el fuego de la artillería cantonal, lo cual no
impidió la ocupación de la ciudad. Cantonalistas mueren muchos cientos más, que
por supuesto, no se molestan en contabilizar. El 2 de agosto de 1873 se acaba
todo. Pavía, como buen patriota del antiguo régimen, nombró como regidor de las
instituciones a republicanos conservadores y a un buen número de monárquicos,
desarmó a toda la milicia y reprimió a los cantonales sin miramientos. Se
trataba de extirpar el apoyo a la República, y las bases del federalismo con
los movimientos de las clases trabajadoras que
los fundamentaban.