El puente engalanado de banderas republicanas en la Velá de 1935 |
Les ofrecemos la crónica de las fiesta de
Triana de 1935, es decir hace ochenta años, nacida de la pluma de Ángel Vela e
incluida en su libro Trina y su Velá.
Este año sí hay Velá, claro. Y la
imprenta Haro, en San Jorge, 10, imprime el programa que se encabeza con la
leyenda “Triana en fiesta. Velá de Santa Ana. Julio de 1935”.
En esta Velá de cuatro días, los pobres
patos lo mismo se cazan que se pescan, era lo de menos, porque la realidad es
que… se guisan. Niños (y alguna niña, no había distinción explícita de sexo)
protagonistas sobre patinetes, y niñas también protagonistas de la Velá jugando
a ser señoritas. La imagen de Santa Ana no salía en procesión desde 1925. San
Jacinto, 50, es el domicilio y exposición permanente del fabricante de cerámica
don José Mensaque Arana. El mencionado Bar Faro, es –ya lo apuntamos- lo que
fue estación de la línea de vapores y, por último, el establecimiento de don
José Alonso es una confitería situada en la misma esquina de la plaza del
Altozano con San Jacinto, donde hoy se encuentran las oficinas del Banco de
Santander.
Destaca la prensa la prueba del
alumbrado, los arcos de entrada y el kiosco levantado en el Altozano para la
música. Por primera vez se alumbra el puente de San Telmo y llega la
iluminación de Betis hasta la plaza de Cuba. Se señalan las principales casetas
que son las del Ayuntamiento (Comisión), la del Club Garrafa, Peña Trianera,
Club Taurino de Triana y Agrupación Filarmónica, Cooperativa 1934 y las de las
hermandades de la O y la Esperanza.
El Liberal del día 25 proclama la gran
animación de la noche anterior, “como si se tratase del primer día de las
fiestas”, y que en el tercer día de velada, dará un concierto en el Altozano la
agrupación de campanillero de la O, que dirige el maestro don Manuel del Valle
Saavedra (ya sabemos algo más de este grupo musical). También informaba de que
el día 26, a las diez de la noche en la caseta de la Comisión, se elegirá a
Miss Triana 1935, “las aspirantes pasan de cuarenta...”. No fue en la caseta de
la Comisión, sino en el patio del Colegio San Jacinto; más propio dada la edad
de las misses. Y el reportero Gelán retrata el racimo de aspirantes. Caras
bonitas y responsables, manos al cuadril mirando a la cámara; flequillos,
caracolillos y volantes orgullosos. Cantera de guapura.
El diario ABC del día 28 en su “Sevilla
al día” nos informa de la Velá de este año: “Las fiestas trianeras, con motivo
de la Velá de Santa Ana, han tenido ayer tarde extraordinarios alicientes que
comenzaron con la elección de Miss Triana, para lo cual se reunieron en las
escuelas de Pagés del Corro un grupo de criaturas concursantes para tal honor.
Las concursantes fueron cincuenta, y después de una escrupulosa selección del
jurado, quedaron limitadas a ocho las preferidas para la elección de Miss
Triana. Nueva selección entre éstas para salir triunfante la preciosísima niña
Amelia García Belmonte, sobrina del famoso torero. Otras que ganaron premios
fueron Soledad Sevilla, María Avilés, Esperanza Arenas, Dolores Mediano, María
del Rocío Astolfi y Ana Luna. Después hubo otros obsequios en número de
veintiséis. Formaron el jurado, bajo la presidencia del señor Mensaque Arana,
los concejales señores Fernández Palomino, Romero Llorente, Blanco y López
Grosso.
“A las seis de la tarde tuvo lugar la
carrera de patinetes por la calle Betis hasta dar la vuelta al Altozano.
Tomaron parte muchísimas criaturas y resultaron vencedores José Miró, Marina
Bonilla y Francisco Castro. La travesía a nado de puente a puente resultó muy
animada, ganando el premio de los libres el nadador conocido por Polo (el héroe
de la chiquillería). Hubo luego, a las seis y media de la tarde, la pesca del
pato, festejo que dio motivo a regocijantes escenas, como igualmente las
cucañas, que divirtieron a la inmensa concurrencia”. Refiere ABC los fuegos
artificiales, el partido de water-polo y la gran animación por el anuncio de la
procesión de Santa Ana, señalando el itinerario: “Vázquez de Leca, Rodrigo de
Triana, Luca de Tena, Pagés del Corro, Gonzalo Segovia, Betis, Altozano, Pureza
a la iglesia de Santa Ana. El orden de la procesión es la siguiente: banda de
cornetas y tambores, autorizados por el general Villa-Abrille, jefe de la
Segunda División; representaciones con estandarte y varas de las hermandades de
la Virgen del Carmen, del Puente; Divina Pastora, de la Virgen del Rocío,
Cristo de las Aguas, Virgen de la Estrella, de la O, de la Esperanza y del
Cristo de la Expiración y numerosos hermanos con cirios. Además acompañarán a
la Señora Santa Ana, los campanilleros de la O. La Banda Municipal cerrará la
procesión tocando escogidas composiciones”.
Simplicísimo, con su estilo
proverbial destaca la felicitación de todo el Ayuntamiento al señor Mensaque
Arana “por la admirable organización de la velada de su barrio que, desde el
punto de vista afectivo, es el de todos nosotros”. Y remata: “Y en el cual, por
cierto, las fiestas continuaron su plácido y movido transcurso, sin que el
vertiginoso pugilato de los patinetes acarrease víctima alguna del tránsito
raudo y rodante”.
Y tenemos la suerte de saber la historia
del “vertiginoso pugilato” de la carrera de patinetes. Nada menos que el
testimonio de la subcampeona; sí, fue una niña, Marina Bonilla, la única que se
atrevió a enfrentarse a un nutrido grupo de aguerridos carreristas con sus
supersónicas plataformas rodantes. La entrevistamos en julio de 2001 para
Triana Universal... “Fui la segunda en la del año 1935; yo era muy chiquitúa pero
tenía mucha fuerza, y cuando los chiquillos del barrio se enteraron de que yo
participaba fue un entusiasmo general. Partía la carrera del Puesto de las
Flores en dirección a la calle Betis y se regresaba por Pureza al mismo sitio
que era la meta. El primero, el ganador de aquella ocasión, fue un chiquito
mayor que yo, Pepito Miró, con un patinete de lujo que le había compuesto
Ceballos, el carpintero de la calle Pureza; el mío estaba hecho por mí, y no te
puedes hacer una idea lo que me costó terminarlo. Tenía que ver aquella carrera
con los chiquillos de media Triana jugándose el honor de su calle con un trasto
hecho con sus manos en los mismo patios de los corrales (la mayoría se quedaban
en el camino deshechos, sin ruedas de cojinetes o sin manillar). Cuando acabó
la carrera llevé detrás hasta mi casa un séquito de amiguillos y admiradores
que no dejaban de vitorearme. Mi madre me hizo salir al balcón a saludar a
todos aquellos entusiastas, como si fuera Belmonte. Eran unos tiempos
increíbles...”.
Marina Bonilla fue una niña excepcional
en esta Triana de pueblo, una heroína entre la camarilla de su edad, y,
después, la ciclista más destacada de Sevilla. En aquella ocasión la admirada e
inolvidable Marina, artesana de abanicos primorosos, mantenedora de la tienda
familiar de la calle San Jacinto, poeta y letrista sentida y profunda, rememoró
otros detalles de sus Velás de niña... “Mi madre nunca me dejó que me acercara
al río; de hecho no sé nadar, pero me iba a la calle Betis a ver cómo
levantaban los palos para el alumbrado y las banderas, y eso era una alegría
tremenda para los niños, todos locos de contento. La Velá de Santa Ana era para
los trianeros antiguos una cosa magnífica”.