lunes, 1 de diciembre de 2014

El Monumento a la Inmaculada



Aprovechando la corriente monumentalista derivada de la Exposición Iberoamericana, en 1916 se reunió una comisión para erigir un monumento a la Inmaculada, con motivo del Tercer Centenario del Voto Conccpcionista. Dicha iniciativa se hizo pública a partir de enero del año siguiente, a través de una serie de artículos en El Correo de Andalucía, y que con el título de Sevilla por la Inmaculada, firmaba Sebastián y Bandarán

El lugar elegido inicialmcnte para emplazar el monumento era la plaza del Cardenal Lluch (hoy plaza de la Virgen de los Reyes), lugar que luego se modificó para situarse finalmente en la Plaza del Triunfo.

La primera comunicación oficial entre la comisión del monumento y el Ayuntamiento de Sevilla, se produjo el 9 de julio de ese mismo año. En una carta firmada por Ramón de Ibarra como presidente de dicha comisión, se informaba de la intención de patrocinar el monumento, cuya realización correría a cargo de Coullaut Valera. En esa carta, además, se pedía permiso para iniciar las obras en el lugar definitivo de su emplazamiento, habiéndose decidido ya que fuera en la Plaza del Triunfo. En la carta aparecía una completa descripción del monumento que se pretendía levantar, y que era prácticamente idéntico al que se ejecutó finalmente. El Ayuntamiento aprobó el proyecto, y delegó en el Arquitecto Municipal la inspección de las obras.

Sin embargo, se produjo entonces un suceso que motivó la paralización de las obras. El 14 de octubre, con ocasión de la Junta General de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, Joaquín Bilbao manifestó objeciones tanto por la elección del lugar como por el hecho de que no se hubiera pedido dictamen a la Academia sobre el proyecto. Como consecuencia de las actuaciones de la Academia, el Gobierno Civil informaba al Ayuntamiento que, en fecha 8 de enero de 1918, el Ministerio de Inspección Pública y Bellas Artes había dictado una Real Orden mandando la paralización de las obras. Por otra parte, requería una serie de documentos, al objeto de comprobar si las mismas habían comenzado con anterioridad al acuerdo municipal. Finalmente, y tras la inspección de dichos documentos, pudieron proseguir las obras

Un dato a destacar de todo el proceso de realización del monumento, es la falta de libertad compositiva que padeció el escultor. Como ya se dijo anteriormente, la comisión envió al Ayuntamiento una detallada descripción del mismo. De hecho, tanto la iconografía como la composición habían sido ultimados al detalle. El modelo elegido para representar la imagen de la Inmaculada era el cuadro que Murillo pintó para la Iglesia del Hospital de los Venerables. Es de destacar como Coullaut se ajustó a esas limitaciones, aportando el bulto redondo al modelo murillescoy y por cuya realización percibió unos honorarios que sumaban 84.000 pesetas.

El monumento, que satisfizo plenamente a sus patrocinadores, fue bien considerado por la crítica. Quizá el único punto de discordancia sea el señalado por Pérez Comendador, que a pesar de calificar de correctas las esculturas de Coullaut, decía que el elemento arquitectónico era pretencioso.

El monumento está realizado integramente en mármol de Carrara. En la parte superior destacando la figura de la Santísima, inspirada en la "Inmaculada de Murillo" que pintara para el Hospital de los Venerables de Sevilla.

En la parte inferior, en su pedestal, como homenaje y reconocimiento especial, el escultor esculpe las estatuas de cuatro personajes del siglo XVII: El poeta Miguel Cid, el escultor Juan Martínez Montañés, el pintor Bartolomé Esteban Murillo y el teólogo jesuita Sevillano Juan de Pineda, por la defensa y el valor devoto que tuvieron para defender el Dogma de María.

El monumento se inaugura finalmente el 8 de diciembre de 1.918.

En 1.927 jóvenes estudiantes comienzan a tomar como costumbre cantarle la salve y ofrecerle flores a la imagen de la Virgen, en la madrugada de los 8 de diciembre de cada año. Esta costumbre en la actualidad consiste en que todas las tunas estudiantiles de Sevilla, van a la Plaza del Triunfo por la que desfilan, por orden de antigüedad, cantando sus canciones a los pies del monumento, lo que hace de esta noche una tradición especial.

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