En 1973 tuvo lugar el tan ansiado cambio
de ubicación de la Feria de Sevilla del Prado de San Sebastián al campo de los
Remedios. Esta es la crónica del acontecimiento publicada en ABC
firmada por Benigno González
Hora "H" menos diez segundos en
el Real de Los Remedios. Nueva segundos, ocho, siete, seis, circo, cuatro,
tres, dos, uno. Cero... No tuvimos. la precaución de llevar gafas ahumadas para
el momento en que se bañó de luz la Feria. Una luz que parecía concentrar el
brillo de muchos soles; un resplandor de trescientas cincuenta mil bombillas y
trescientos cincuenta reflectores. ¡Fantástico!... El campo de Los Remedios,
iluminado con arte y derroche, es un todo armónico y nada hay que le haga
perder su calidad. Los ojos de miles de sevillanos que se habían congregado
anoche para conocer la física fisonomía de la Feria, en la prueba de! alumbrado,
se dirigieron a la luz como lepidópteros, como las libélulas a la llama.
Anoche, el Alcalde, don Juan Fernández Rodríguez-García del Busto, tomó de la
mano al pueblo de Sevilla para acompañar sus pasos por el interior del recinto
Esperó a las gentes en la portada
principal para decidles su deseo de que hallaran en el nuevo, cromático y
festivo Real, tan largo y ancho como el alborozo, toda la satisfacción de sus
espíritus. La naturaleza, que derramó en esta tierra tesoros y excelencias de
todo género, invita a los sevillanos a buscar en el trabajo, en la empresa
creadora, en la desvelada entrega del oficio a enseñar y en la búsqueda
incesante de un camino amplio y generoso de concordia, de unión y de justicia,
la fuente inagotable de prosperidad. Pero, qué caramba, también tiene la gente
que alegrarse y divertirse. Ante la portada principal se alzó una tribuna para
las primeras autoridades e invitados. Estaban el capitán general de la Segunda
Región Militar, señor Coloma Gallegos; capitán general de la Región Aérea,
señor Serrano de Pablo; ex ministro, señor Fernández Cuesta; director general
de Bellas Artes, se-ñor Pérez Embid; teniente general señor Chamorro; gobernador
civil, señor Hellín Sol; presidente de la Audiencia Territorial, señor Gómez
Reino; fiscal jefe, conde de Colomera; rector de la Universidad, doctor
Clavero; presidente de la Diputación Provincial, señor Borrero Hortal;
gobernador militar, señor Rumeu de Armas; comandante de Marina, señor Arévalo
Pelluz; presidente del Ateneo, señor López Lozano; consejero nacional, señor Arcenegui;
jefe superior de Policía, señor Juan Creix; ex alcaldes de la ciudad, medallas
de Sevilla, Corporación Municipal; procuradores en Cortes y otros muchos
invitados, destacando la presencia de numerosas damas. Y el alcalde, señor
Fernández Rodríguez; con su delegado de Fiestas Mayores, señor García Díaz. El
P. Benítez Carrasco bendijo el Real. Invocó a Dios Padre, diciéndole que por
Jesucristo, su Hijo, santificó toda la vida del hombre, haciéndose presente en
sus vicisitudes, en sus trabajos, en su descanso, en su dolor y en su gozo, en
la muerte de Lázaro y en la alegría hogareña de las bodas de Caná. Y pidió,
seguidamente, copiosa bendición para el recinto, para quienes concibie-ron la
magna urbanización y aportaron su apoyo, su asesoramiento y su sudor. Hermosa
oración la del P. Benítez Carrasco: Don José Jesús García Díaz, teniente de
alcalde delegado de Fiestas Mayores, estuvo "bordao". Después de
agradecer a sus compañeros de Corporación la ayuda recibida, expresó:
"Aquí tenéis, señor alcalde, como surgida por ensalmo, la nueva Feria que
habéis creado; una Feria trasplantada a más amplio y prometedor espacio; una
Feria más joven y más enamorada del Guadalquivir; una Feria con más cielo v más
dilatados horizontes una Feria con cuatro torres simbólicas para el repique del
júbilo sevillano, profun-do como una "solea" y etéreo como un suspiro
angélico. Una Feria con cuatro por-tadas laterales que podríamos denominar de
la Luz, de la Alegría, del Donaire y de la Gracia." Seguidamente, tras su
arrebato lírico, habló de la portada central diciendo que, intencionadamente, había
dejado sin denominar, puesto que su nombre tenía la seguridad de que estaba en
la mente de todos. Y, tras referirse a la historia limpia, brillante y ejemplar
del alcalde, lo abrazó en nombre de los sevilla-nos. García Díaz tiene cuatro
guapísimas hijas. Se llaman Mari Pepa, Mari Luz, Mari Carmen e Inmaculada.
Ellas fueron las que dieron las tijeras al alcalde para que cortase la cinta y
ofrendaron, en nombre de la Delegación de Fiestas Mayores, a don Juan Fernández
Rodríguez, la reproducción en oro y plata de la portada principal de la Feria,
obra de Marmolejo, y una rosa de oro y brillantes. Al cortar la cinta se dieron
suelta a ciento veinticinco palomas, una por cada año que la Feria ha estado en
el Prado de San Sebastián, mientras la Banda Municipal de Música interpretaba
el himno nacional. Habló seguidamente el alcalde. ¡Ya está aquí la Feria!,
comenzó diciendo. "Se ha hecho esperar, como corresponde a su impor-tancia
y a su extraordinaria categoría de fiesta singular. Llega, ahora, como una
novia informal que tarda en acicalarse, cuando de abril apenas si quedan tres
horas. Es la alegría de la Feria lo que atrae a nuestra ciudad a tantos amigos,
enamorados y novios como tiene la Giralda en el mundo entero, desde Portugal,
próxima en la geografía, a Kansas City, ciudad hermana que desde lejos también
celebra su Feria de Sevilla. Evocó el alcalde a los sevillanos que ya no están
entre nosotros, rememorando gratos y nostálgicos recuerdos, para terminar
diciendo que "la Feria, con su gracia, su belleza, su luz y su alegría, es
una Feria a nivel de una ciudad como Sevilla, que ya es decir". El
director general de Bellas Artes, señor Pérez Embid, fue invitado a hablar.
"Estamos ahora —dijo— en un momento histórico de Sevilla, cuando la Feria
deja su antiguo emplazamiento para venir aquí a un horizonte más abierto, junto
a Triana." Y unió su voz al aplauso, "por el brillante equipo de autoridades
sevillanas y por don Juan Fernández Rodríguez, el alcalde que entra por la
puerta grande en la gran historia de Sevilla." Las intervenciones orales
se cerraron con unas palabras del gobernador civil. Se sumó el señor Hellín Sol
al gozo de los sevillanos, expresando sus deseos de que dentro de unos años
pueda darse en nuestra ciudad otro paso igual, con nuevo emplazamiento del Real
de la Feria, porque el crecimiento de Sevilla así lo aconseje.
Ha sido, verdaderamente, una proeza el
traslado de la Feria. Anoche se contaba, se admiraba y se cantaba el hecho en
las casetas y andenes. En alguna caseta leímos versos alusivos 'al valor de la
aventura. Muchas demostraciones de afecto y simpatía recibió el alcalde cuando,
después de un acto celebrado en la caseta de la Compañía Sevillana de
Electricidad, se dirigía a la Municipal. Y también recogió sus laureles don
José Jesús García Díaz, el bondadoso y dinámico teniente alcalde, y padre de
cuatro chicas guapas que, afortunadamente, salen a la madre.
—;Vuestra es la
Feria!, dijo el alcalde a los sevillanos. Nuestra, nuestra, nuestra en la
alegría de siempre. Y el gentío, cantando, bailando, haciendo palmas, bebiendo
y tapeando, se extendió por todo el recinto bordeando el pespunte colorista de
las casetas, llenándolo todo, asomándose hasta el Parque de los Príncipes, tan
hermoso, que no ha de tardar mucho en tener ramas y nidos donde las palomas y
gorriones celebren sus diarias y vespertinas asambleas. Regresamos al periódico
como mensajeros de la emoción. Y pasamos por el Prado de San Sebastián en
sombras, en silencio. Su espíritu se había ido por los cuatro puentes , al campo
de Los Remedios. BENIGNO GONZÁLEZ